Hoy a la hora de la comida he ido con unas compañeras a la tienda Barbie de la Illa.
Bajo la divertida mirada de las dependientas, tres treintañeras (unas más que otras, ejem) hemos ido pegando gritos cada vez que descubríamos los minitocadores frente al probador, la reedición de las Barbies de nuestra infancia, el mini escenario para conciertos y lo rosa, lo extremadamente rosa que era todo.
Han sido 20 minutos escasos, pero intensos en los que nos hemos desestresado para afrontar la tarde en la oficina.
Doncs a mi m'agraden més les Bratz que les Barbies! ;)
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